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| ¿Están los apagones en Cuba preparando el camino para nuevas protestas sociales? |
La energía en Cuba: una tragedia diaria que ya no tiene gracia
Otro día sin luz en Cuba. Y no hablo solo de la luz eléctrica, que desaparece por horas interminables, sino de esa luz de esperanza que tanto tiempo llevamos buscando. No sé si es más frustrante estar sin electricidad o escuchar las mismas excusas de siempre. En este país, ya no sabemos si reír o llorar. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo pasamos de soñar con un futuro mejor a conformarnos con no morir de calor en la oscuridad? Porque la cosa no es solo quedarte sin luz, es quedarte sin paciencia, sin ánimo, sin ganas de seguir aguantando.
Los apagones en Cuba ya no son simples cortes de electricidad. Se han convertido en una metáfora de lo que vivimos cada día. Nos apagan, nos desconectan, nos dejan a oscuras. Y lo peor es que sentimos que nada va a mejorar.
Apagones que reabren viejas heridas que nunca cicatrizan
Si cierro los ojos, vuelvo al 11 de julio de 2021. Las imágenes de miles de personas en las calles todavía están frescas. Fue un día que nos hizo pensar que, tal vez, las cosas podían cambiar. El 11 de julio fue el momento en que Cuba gritó "¡Basta!" y la energía, por un segundo, no fue el problema. Fue el símbolo de una nación que había perdido el miedo. Hoy, dos años después, estamos otra vez en el mismo círculo. Pero esta vez, sin luz. En algunos lugares de la isla, la electricidad solo aparece por un par de horas al día, y no estoy exagerando. ¡Veinte horas sin electricidad! ¡VEINTE! ¿A quién se le ocurre que eso es soportable?
La desesperación crece como una tormenta tropical que se avecina. No sabes cuándo va a golpear, pero sabes que va a ser fuerte.
Manuel Marrero y su manual de promesas recicladas
De verdad, no sé si reírme o enfadarme más cada vez que veo a Manuel Marrero en televisión. La última vez que salió, pensé: "A ver con qué excusa viene ahora". Y, sorpresa, no decepcionó. Todo es culpa del mal estado de las infraestructuras y de la falta de combustible, como si nadie lo supiera ya. Es como escuchar el mismo disco rayado, una y otra vez. Prometen soluciones que nunca llegan, mientras nosotros seguimos en la penumbra. Anuncian que paralizarán algunas actividades económicas para darnos más electricidad en casa, pero la verdad es que ni eso parece suficiente para calmar los ánimos.
Esto ya no es solo un problema de energía, es un problema de dignidad.
Las protestas resurgen, aunque el miedo no se ha ido del todo
Algo está cambiando en la gente. En Holguín, por ejemplo, ya hay quienes salen a las calles. Son protestas pequeñas, pacíficas, pero ahí están, exigiendo que vuelva la luz. Y lo más increíble es que lo consiguen. Después de tanto silencio, un grupo de personas logra lo que parecía imposible: encender la luz. Es como una chispa de esperanza, pero también una señal de que el gobierno está perdiendo el control. Lo que antes resolvían con miedo y represión, ahora parece que se les escapa de las manos. ¿Hasta cuándo podrán mantener el control sin provocar una reacción más fuerte?
Carbón vegetal, el plan brillante del gobierno para el siglo XXI
Y si ya creías haberlo visto todo, llega la genial idea del régimen: promover la producción de carbón vegetal en Pinar del Río para combatir la crisis energética. ¿Qué sigue? ¿Volver a la era de las cavernas? Mientras el mundo entero busca energías limpias y renovables, nosotros volvemos al carbón, como si estuviéramos en pleno siglo XIX. No sé si reírme o llorar. Esta es la solución que proponen cuando ya no tienen más opciones, y francamente, lo único que demuestran es que no hay plan, no hay futuro, y no tienen idea de cómo sacarnos de esta.
¿Es este el preludio de otro estallido social en Cuba?
Llevo tiempo pensando que el pueblo cubano está agotado, más allá de lo que cualquiera pueda imaginar. Aguantar tanto tiempo con esta situación es inhumano. Ya no es solo la falta de comida, la inflación descontrolada o la escasez de productos básicos, ahora son los interminables apagones que te roban las pocas ganas de seguir luchando. La tensión es palpable, y sé que muchos sienten lo mismo que yo: este podría ser el momento. El momento de levantarse de nuevo, de exigir algo más que promesas vacías.
¿Será que estamos a las puertas de otro 11 de julio? Tal vez. La paciencia del pueblo se está agotando a la misma velocidad que el combustible en las plantas eléctricas.
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El tiempo del régimen se agota
El gobierno lo sabe. Saben que no pueden seguir así mucho más. Las promesas vacías, los parches temporales, ya no son suficientes. El pueblo está listo para algo más, algo que vaya más allá de las migajas que nos lanzan de vez en cuando. Este es el momento. Las calles están listas, las voces están cansadas de tanto silencio, y lo que viene podría ser lo que hemos esperado durante tanto tiempo: un cambio real.
Redacción: CubaEnfoque
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