La repentina muerte del General de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa Martín ha desatado una ola de interrogantes, tanto dentro como fuera de Cuba. ¿Qué ocurrió exactamente con este alto mando militar? El comunicado oficial del periódico Granma, portavoz del Partido Comunista de Cuba (PCC), fue escueto: el General murió "de manera repentina" el pasado martes. No obstante, su rol como uno de los fundadores del PCC y su puesto en el Buró Político, máximo órgano de poder en la isla, le dan un matiz especial a su deceso.
Espinosa: una muerte inesperada y estratégica
El General Espinosa falleció a los 85 años, aún en servicio activo como primer viceministro de las Fuerzas Armadas. Y lo más irónico de su muerte es cómo sucedió: de manera repentina, sin planificación, lo contrario a cómo vivió su carrera militar, donde cada movimiento era calculado y pensado al detalle. A lo largo de su vida, Espinosa siempre fue un hombre de estrategia, alguien que, cual ajedrecista, movía sus piezas con cautela. Pero ni la más minuciosa de sus tácticas pudo prever el último golpe.
La trayectoria de un militar soviético
Ramón Espinosa Martín no era un militar común. Formado en la prestigiosa academia Voroshilov de la Unión Soviética, Espinosa vivió los rigores de la guerra en África. Allí, en el frente de Cabinda, una mina antitanque casi acaba con su vida, un accidente que reveló el estilo riguroso y metódico que siempre lo caracterizó. Sin embargo, a pesar de sus habilidades en la dirección operativa, nunca fue visto como un líder carismático como lo fueron otros generales cubanos, como Arnaldo Ochoa o Leopoldo Cintra. Espinosa era más bien un jefe táctico y estratégico, frío y vertical, siguiendo siempre el manual soviético. No había lugar para la improvisación ni la camaradería en su liderazgo, solo obediencia y disciplina.
Fidel y Raúl: los verdaderos amos
Espinosa no solo fue un soldado al servicio del régimen; fue un fiel guardián de los hermanos Castro, protegiendo sus intereses con devoción canina. Como una sombra siempre a sus pies, Espinosa fue más que un soldado disciplinado; fue un protector celoso y leal, dispuesto a hacer cualquier cosa por los líderes que lo moldearon.
Una relación personal con Espinosa
Tuve la oportunidad de conocer al General Espinosa a finales de los años 80 en Holguín. En aquella ocasión, acompañaba al General Ginarte Espinosa en una misión que involucraba a militares inmersos en problemas legales. Era una situación tensa, pero lo que más recuerdo de ese encuentro fue la frialdad de Espinosa, quien parecía llevar en sus manos la tinta de muchas sentencias.
Años después, volví a cruzarme con él, esta vez en una carretera en Puerto Padre, mientras maniobraban tropas del Ejército. Espinosa, ya General de División, pasaba en su flamante Niva, mientras un joven recluta, con su uniforme descolorido y botas destrozadas, lo saludaba en posición de “firmes”. Esa escena fue un retrato fiel de la Cuba socialista: la desigualdad entre la alta jerarquía militar y el resto del pueblo. Espinosa, vestido de gala, y el soldado, prácticamente descalzo.
El caso Ochoa y la lealtad ciega
Uno de los episodios más oscuros de la vida de Espinosa fue su participación en el juicio al General Arnaldo Ochoa, acusado de traición y ejecutado en 1989. Espinosa presidió el Tribunal Militar Especial que condenó a muerte a Ochoa, pese a no tener formación jurídica. ¿Por qué él? La respuesta parece ser simple: Fidel y Raúl Castro confiaban ciegamente en su obediencia incondicional. Él no haría preguntas, solo cumpliría órdenes.
Otros altos mandos, como Julio Casas Regueiro y Fabián Escalante Font, también debieron subordinarse a Espinosa durante aquel juicio. No obstante, Espinosa era la pieza clave, el hombre de confianza que seguiría las directrices de los Castro sin cuestionarlas.
El silencio que se llevó a la tumba
Con la muerte de Espinosa, Cuba pierde no solo a un alto mando militar, sino a un hombre que probablemente sabía demasiados secretos. Algunos se preguntan si su fallecimiento fue realmente tan "repentino" o si, como ha sucedido tantas veces en la historia cubana, fue una manera de silenciar voces incómodas antes de que pudieran hablar. Si el General Fabián Escalante, el último sobreviviente del tribunal de 1989, muriera también de manera repentina, entonces no sería descabellado pensar que alguien está borrando las huellas de un pasado que aún pesa sobre la isla.
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Conclusión: ¿Qué secretos se llevó Espinosa?
La muerte de Ramón Espinosa Martín deja muchas preguntas sin responder. ¿Qué secretos se llevó a la tumba? ¿Qué órdenes cumplió sin dudar en aquellos juicios históricos? Lo cierto es que la lealtad de Espinosa a Fidel y Raúl fue inquebrantable, y esa misma lealtad lo convirtió en una figura clave dentro del régimen cubano. Su muerte, como su vida, sigue envuelta en el misterio y la intriga.
Redacción: CubaEnfoque
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